sábado, 14 de noviembre de 2009

Mala Leche

Tengo algunos buenos amigos en Honduras, mayoritariamente "yuppies" o "juniors" hijos de CEO´s o gerentes de algunas empresas relevantes o de cierta importancia para el mercado interno y posiblemente centroamericano.

Sin embargo, fuera de ellos, que son gente educada con otros patrones culturales, que han viajado (no obligados a cruzar fronteras como sus coterráneos "wetbacks") y apreciado otras realidades, los hondureños me parecen culturalmente la peor calaña de Mesoamérica. Posiblemente solamente serían superados por la chabacanería de los dominicanos que son gente sin ley y notoriamente antiestéticos desde todo punto de vista.

Pasé por San Pedro Sula, no por gusto, sino a tomar un avión que me trasladaría a Miami y escuché los balbuceos y voces guturales de algunos "catrachos" que posiblemente iban o venían de los Estados Unidos en donde se aferran a la vida trabajando en los puestos más degradantes para mandar cuatro perras (algunos reales) para que sus familias subsistan y, cada 10 años, lograr juntar un ahorro no mayor de un sueldo medianamente digno, para ir a visitar su devastado país, recordar el barrio y presentarse como el emigrante exitoso, con acentos ridículos e inexplicables (pues no comprenden siquiera un ápice el inglés...) y gastarse ese ahorrito esclavizadamente juntado en cerveza y "baleadas" (una comida típica, imitación de la gastronomía mexicana, que se sirve en cualquier fonda o mercado de Honduras, siempre acompañada de vibrio cholerae y otras tantas inmundicias.

Escuchaba la forma en que un grupo de dignísimos hondureños, con clara intención de asemejarse a Daddy Yankee o algún reguetonero de poca monta, se jactaban que eran un pueblo "macho" al mismo tiempo que cantaban "no hay pueblo más macho que el pueblo catracho del cual vengo yo"... según ellos.

Primero. Si son tan machos, cómo es que huyen de su país? yo lo hubiera hecho igualmente si hubiera sufrido el infortunio de nacer en esa tierra árida e infértil. Y posiblemente hubiera huído desde los 3 años. Pero no regresaría nunca y menos cantando ridículamente en un aeropuerto repleto de emigrantes "no hay pueblo más macho, que el pueblo catracho, del cual vengo yo".

Segundo. Hace unos 5 años, de paso por la impresentable Tegucigalpa, triste capital de Honduras (o lo que queda de ella), me llevaron con la clara intención de sorprenderme y halagarme, a unos "clubs" en el Boulevard Morazán o cerca de él. Me impresionó que lucían como palenques, ranchos o palapas, sostenidos únicamente por al gracia de Dios y en los cuales los hombres bailaban entre ellos, subidos en las mesas (todas pequeñitas, por lo que lo hacían muy pegados y teniendo el centro de gravedad en la entrepierna) y dejando a sus mujeres a un lado, advertidas que si se movían un poquito, las golpeaban. Para eso sí son bien machos!

Tercero. Son tan machos, que los principales y más populares presentadores de deportes que se exhiben como sementales y garañones, son un puñado de amanerados, entre ellos uno de apellido Ponce que convivía con un retardado mental a quien sodomizaba constantemente y otro, que al parecer es el líder de la jaula, apellidado Nasralla. Este tipejo Nasralla, aunado a que tiene el gusto por la moda más indecifrable con que me he topado, me hace recordar las mariconerías de décadas muy pasadas, es un vejete que gusta entrar en los camerinos de fútbol a ver a esos omínidos catrachos en calzoncillos o con sus sexos colgando de un lado para otro. Con pelo teñido primitiva y ridículamente, despotrica contra todos y se exhibe, no estoy exagerando, como la persona más inteligente y capaz de Honduras. Únicamente porque ostenta un grado de Ingeniero de una universidad de quién sabe dónde y claro... "en país de ciegos, la tuerta es reina".

Cuarto. Peor que sus mariconerías y jactancias, son su mediocridad, su incapacidad para poner el país a producir y caminar. Tener esa inmejorable receta para convertir ese país en un verdadero tonel de descerebrados incultos y sin gusto por lo medianamente bueno. Esa insistencia por regresar a la politequería del pasado, ochentera centroamericana, de los golpes de Estado, de verborragia atarugada de sus gobernantes (???) los cuales son incapaces de hilvanar una frase coherente para justificar o injustificar el golpe o la deposición sufrida.

Seguiré más adelante con este apasionado tema.

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