En la revista de mi amigo Chepe Zarco(qdDg), Y Qué?, escribe un sujeto al que no tengo oportunidad de conocer ni me han presentado en oportunidad alguna. Su columna se intitula "Gastro Sex and Sound" y narra encuentros sexuales con damas de diferentes nacionalidades y en circunstancias, según él, muy particulares.
Calculo que debe ser un guatemalteco común: en Guatemala abundan las personalidades altiplanas frustradas por los reiterados parámetros eclesiásticos y moralismos religiosos/sociales, los hombres son víctimas de mujeres bastante feas, mayoritariamente de etnias o razgos indígenas, tradicionalistas excesivas y ridículas, vírgenes perpetuas (aunque las hayan desvirgado a los 14 deben mantener una apariencia social que se recrudece conforme más status o linaje se tiene); y claro, los hombres son de apariencia caricaturesca, cargan con una genética cruel, quisieran estar untados de algún antepasado europeo que ayudara a cotizar mejor sus apellidos, muchos deben pagar para tener sexo libre y presumen a sus amiguitos de conquistas inexistentes, solamente para mantener un perfil dentro de tan triste manada.
Sin embargo, he leído algunas de estas columnas motivado por esa apertura de espacios para hablar de estos temas sin tapujos, aunque claro, quien suscribe la columna debe verse guarecido en un seudónimo si no quiere ver disminuida su mesada.
Hago una copia integral de la columna de este "Edy Bol" para el mes de noviembre y en la que cuenta que, a pesar de ser un cazados de vulvas inato, ha caído seducido por los encantos de una joven a quien presenta como su novia:
Una chapina deliciosa que me tapa y me destapa
Edy Bol
Tengo el agrado de informarle a mis queridos lectores y más que apreciadas lectoras, que desde hace un par de semanas… ¡tengo novia! Y lo digo así, con exclamación, porque sinceramente pensaba que, este su servidor, ya no estaba para esas ligas. Me daba mucha pereza entablar una relación seria, con compromisos, derecho a reclamos y explicaciones y todo lo demás que inevitablemente desgasta una relación hasta su fin. Por otro lado, cuando sí intenté prolongar una relación con alguna guapa con la que me sentía muy a gusto, ella era la que no quería. En fin, pensé que ya no estaba para esto, pero ya ven, me equivoqué.
Su nombre es María José, y la conocí por casualidad cuando ambos coincidimos en la nueva barra de la legendaria Barraca de Don Pepe, que ahora se encuentra en la zona 9 sobre la calle Montúfar. Eran un poco más de la 5 de la tarde, solamente estábamos los dos en el lugar. Ella estaba sentada a la barra, vestía un atuendo tipo ejecutiva, así recién salidita de trabajar, que no enseñaba mucho excepto por el escote de su blusa y lo tallado de su pantalón. Estaba bebiendo una cerveza Extra, mientras leía la carta de tapas y casuelas españolas.
Mientras me acomodaba en una silla cercana, un mesero me informó que, más tarde en la noche, se iba a presentar en concierto el cantautor cubano Michel Peraza. Me pareció justo lo que necesitaba para romper el hielo: “¿Viene al concierto?”, le pregunté. “¡Ala sí!”, me respondió con esa frescura que agradezco tanto en las mujeres, “es mi amigo desde hace tiempo y por facebook me enteré que iba a tocar aquí, y tengo ganas de oírlo en vivo”. Sin dudar se presentó: “me llamo María José y ¿usté?”, con ese “usté” que tienen algunas chapinas que aunque a muchos les moleste a mi fascina y me pone estúpidamente coquetón: “Bol, Edy Bol”. Logré una sonrisa.
La verdad es que yo había oído hablar de Michel, el cantautor, y de su participación en la música de varias películas nacionales, pero no era la razón de mi parada en la Barraca. Mi motivo era un antojo crónico de la exquisita Paella de la Reina que preparan ahí y un buen vino español, pero mi antojo cambió. Me acerqué a ella y le dije que si se le interesaba compartir una paella para dos, a lo que me contestó: “Mmm, me tienta pero la verdad es que vengo con ganas de tapear” mientras me mostraba las opciones de tapas. “¿Qué le parece si pedimos diferentes tapas y las vamos probando?”… una oferta que no pude rechazar. Pedimos unas tapas de lomito, una casuelita de gambas (camaroncitos) al ajillo, luego pedimos otras con pimientos asados, y para terminar, unas excepcionalmente deliciosas tapas, que no estaban en la carta, de queso manchego con jalea, a sugerencia de uno de los hijos de Don Pepe. Todas las tapas nos la bajamos con cervecitas bien frías, un excelente acompañamiento para una tarde de buena plática, risitas y coqueteo.
La noche llegó y, sin darnos cuenta, la gente que asistía al concierto llenó el lugar. El artista aun no llegaba y era un momento crucial para mí, pues por lo que ella me había platicado entendí que Michel Peraza era una amistad “cercana” para ella y que hace mucho no veía, por lo que al llegar él, sin duda, yo perdería su atención. Así que me arriesgué, me sentí seguro del momento y le dije: “María José, lo siento mucho pero tengo que retirarme, me encantaría seguir hablando con usted pero quedé de reunirme con unos amigos en la Antigua y mañana temprano parto para el lago de Atitlán”. “Ala, qué alegré”, me contestó con cierto entusiasmo ajeno. Yo sabía que estaba por dar un paso en falso pero igual me animé y le dije: “¿qué alegre porque me voy o porque me va a acompañar?”. No lo podía creer, la preciosa ejecutiva guatemalteca me contestó: “lo acompaño a la Antigua y después vemos”…. Síííííí (me dije por dentro).
Pasamos dejando su carro y fuimos durante todo el camino dándonos besitos y caricias, no tan cachondonas, más bien de esos mimos que se hacen las parejas de años, pero me encantó. Llegamos a la Antigua, obviamente “me cancelaron” mis amigos y no tuvimos más remedio que ir a buscar un hotel en donde conocernos mejor. De lo sucedido en la cama, lo que puedo contarles con la autorización de María José, es que, a sus 31 añitos, sabe bien lo que quiere recibir y que, en cuestión de dar, la palabra “no” está prohibida entre dos buenos amantes.
Queda mucho por contarles, a la mañana siguiente no pudo salir conmigo hacia Atitlán, pero hasta aquí los dejo picados por ahora y por favor, recuerden, no dejen de enviar sus relatos a gastrosex@revistayque.com Esta dirección electrónica esta protegida contra spam bots. Necesita activar JavaScript para visualizarla pues publicaré los más picantes, más ahora que tal vez mi actividad sea sometida a la monogamia. Ya veremos.
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